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| El silencio de las ONG. |
Estaba leyendo con interés el artículo de blog de Gonzalo Fanjul titulado “El silencio de las ONG”. Ya de entrada el título transgrede, muestra un posicionamiento, una suerte de crítica hacia estas organizaciones y cuanto menos invita a la autocrítica. Pronunciarse sobre las ONG no es asunto fácil cuando trae consigo polémica.
El artículo argumenta que vivimos en una "involución ideológica" que castiga a los inmigrantes, impulsada especialmente por las políticas europeas restrictivas hacia la inmigración. Esta "regresión" en algunos casos se ha visto frenada por la oposición de algunos gobiernos, partidos políticos o movimientos sociales, pero, en opinión de Fanjul y a bocajarro,"hay una voz cuyo silencio resulta estruendoso: la de las instituciones y ONG dedicadas a la lucha contra la pobreza en los países en desarrollo.[...] La respuesta, por sorprendente que parezca, es que no consideran que este sea asunto suyo. [...] La mayor parte de los expertos en pobreza internacional asume que la emigración es consecuencia del fracaso de las políticas de desarrollo, antes que un mecanismo de prosperidad en sí mismo."
Aunque Fanjul se dirige a instituciones y ONG dedicadas a la lucha contra la pobreza en los países de desarrollo, en otras palabras, organizaciones que realizan proyectos de desarrollo en países "no desarrollados", no especifica qué perfil de ONG concretamente, y generalizar el origen de un problema a todo un sector suele ser una equivocación, en especial cuando el "tejido" de ONG es tan amplísimo.
No se puede desmerecer el trabajo valioso que muchas organizaciones realizan a día de hoy, tanto ONG "multinacionales" que actúan simultáneamente en varios países, hasta aquella ONG local que a duras penas puede abrirse paso en el "tejido" cada vez más denso y complejo. De hecho, es sabido que buena parte de estas organizaciones frecuentemente se están encargando del trabajo y funciones que deberían ser responsabilidad del Estado y sus instituciones públicas aún con prácticamente nada de fondos.
Tampoco se puede perder de vista que ese "tejido" de ONG nunca ha sido uniforme o igualitario. Todo lo contrario, es totalmente heterogéneo en el que cada organización trabaja de acuerdo a sus objetivos e intereses a favor del objetivo mayor de "la lucha contra la pobreza". Así, podemos encontrar organizaciones nacidas con tintes y alineaciones políticas, con intereses partidistas, económicos, financieros, ideológicos, o nacidas de empresas en forma de fundaciones humanitarias. Pero también encontramos aquellas organizaciones nacidas producto de una iniciativa de vecinos, barrios o amigos que simplemente quieren aportar algo a su comunidad. ¿Podríamos medir con una misma regla a todas estas organizaciones y exigir que todas cumplan el mismo nivel de expectativas sin importar su perfil? Difícilmente.
Ahora bien, hay muchos factores a tomar en cuenta a la hora de abordar el supuesto "silencio" de las ONG en su lucha por la reivindicación de los derechos de las personas que migran. Ya hemos dicho que esto dependería de los objetivos que tenga cada organización, pero aquí es donde viene lo interesante.
En mi opinión, y sin ánimo de profundizar pues esto exigiría algo más que una entrada de blog, el primer problema de ese "silencio" en la reivindicación de los derechos de las personas que migran, o de los movimientos migratorios en sí mismos, se deben al enfoque "primer-mundista" de desarrollo, en el que las organizaciones "legitimadas" para desarrollar se atribuyen a aquellas de los países "desarrollados". Darles ese papel de superioridad no solo NO contribuye a que las comunidades de autodesarrollen, sino que existe el peligro de que estas comunidades no aprendan a reivindicar derechos, sino a ser meramente beneficiarias pasivas del desarrollo que se les impone desde el "primer mundo".
Otro problema es la fuerte dependencia económica que las organizaciones del "primer mundo" tienen de la financiación pública, muchas veces influenciada por la afinidad partidista del gobierno en turno. Es verdad que si las organizaciones realizan un trabajo de servicio público, lo lógico es que tengan también financiación pública y no hay nada erróneo en eso. Sin embargo, el peligro está en que cuando la financiación depende en gran medida de las administraciones, entonces los actos de la organización se ven vigilados para no hacer nada que vaya en contra de los intereses de esas administraciones. Eso sin contar los peligros reales de manipulación explícita existentes o el impacto de la dependencia económica en las comunidades donde se realizan los proyectos de "desarrollo".
Pero a mi parecer, el principal origen del problema en el tema de la reivindicación de los derechos de las personas migrantes radica no tanto en que las organizaciones crean que ese no es asunto suyo, como afirma Fanjul, sino en que estas no ven ni existe una vinculación del desarrollo y los movimientos migratorios. Así de simple. En origen solo se habla del que se va "al otro lado a probar suerte", pero se habla y vive a nivel familiar, nunca a nivel institucional (aunque cabe decir que en los últimos años se empieza a hablar este tema tímidamente). En destino ya lo sabemos: son aquellas "mareas invasoras" que se tienen que atajar ante el "peligro" de que el "bienestar" se venga abajo, y por supuesto, la gran mayoría de políticas y programas van destinadas a frenar los movimientos migratorios, como el reciente programa llamado EUROSUR, o las famosas concertinas o cuchillas en las fronteras españolas.
Si los movimientos migratorios no están en la mesa de debate de las organizaciones, instituciones o administraciones públicas, ¡cuánto menos están preparadas para aplicar políticas efectivas o siquiera reivindicar los derechos de las personas migrantes! Hace falta mucho camino por recorrer y mucho esfuerzo por hacer para que la cuestión migratoria y el desarrollo puedan por fin converger en algún punto del camino y pueda incorporarse en la agenda de las organizaciones sociales de origen y destino en el marco del reconocimiento y la lucha por los derechos humanos.
No se puede desmerecer el trabajo valioso que muchas organizaciones realizan a día de hoy, tanto ONG "multinacionales" que actúan simultáneamente en varios países, hasta aquella ONG local que a duras penas puede abrirse paso en el "tejido" cada vez más denso y complejo. De hecho, es sabido que buena parte de estas organizaciones frecuentemente se están encargando del trabajo y funciones que deberían ser responsabilidad del Estado y sus instituciones públicas aún con prácticamente nada de fondos.
Tampoco se puede perder de vista que ese "tejido" de ONG nunca ha sido uniforme o igualitario. Todo lo contrario, es totalmente heterogéneo en el que cada organización trabaja de acuerdo a sus objetivos e intereses a favor del objetivo mayor de "la lucha contra la pobreza". Así, podemos encontrar organizaciones nacidas con tintes y alineaciones políticas, con intereses partidistas, económicos, financieros, ideológicos, o nacidas de empresas en forma de fundaciones humanitarias. Pero también encontramos aquellas organizaciones nacidas producto de una iniciativa de vecinos, barrios o amigos que simplemente quieren aportar algo a su comunidad. ¿Podríamos medir con una misma regla a todas estas organizaciones y exigir que todas cumplan el mismo nivel de expectativas sin importar su perfil? Difícilmente.
Ahora bien, hay muchos factores a tomar en cuenta a la hora de abordar el supuesto "silencio" de las ONG en su lucha por la reivindicación de los derechos de las personas que migran. Ya hemos dicho que esto dependería de los objetivos que tenga cada organización, pero aquí es donde viene lo interesante.
Otro problema es la fuerte dependencia económica que las organizaciones del "primer mundo" tienen de la financiación pública, muchas veces influenciada por la afinidad partidista del gobierno en turno. Es verdad que si las organizaciones realizan un trabajo de servicio público, lo lógico es que tengan también financiación pública y no hay nada erróneo en eso. Sin embargo, el peligro está en que cuando la financiación depende en gran medida de las administraciones, entonces los actos de la organización se ven vigilados para no hacer nada que vaya en contra de los intereses de esas administraciones. Eso sin contar los peligros reales de manipulación explícita existentes o el impacto de la dependencia económica en las comunidades donde se realizan los proyectos de "desarrollo".
Pero a mi parecer, el principal origen del problema en el tema de la reivindicación de los derechos de las personas migrantes radica no tanto en que las organizaciones crean que ese no es asunto suyo, como afirma Fanjul, sino en que estas no ven ni existe una vinculación del desarrollo y los movimientos migratorios. Así de simple. En origen solo se habla del que se va "al otro lado a probar suerte", pero se habla y vive a nivel familiar, nunca a nivel institucional (aunque cabe decir que en los últimos años se empieza a hablar este tema tímidamente). En destino ya lo sabemos: son aquellas "mareas invasoras" que se tienen que atajar ante el "peligro" de que el "bienestar" se venga abajo, y por supuesto, la gran mayoría de políticas y programas van destinadas a frenar los movimientos migratorios, como el reciente programa llamado EUROSUR, o las famosas concertinas o cuchillas en las fronteras españolas.
Si los movimientos migratorios no están en la mesa de debate de las organizaciones, instituciones o administraciones públicas, ¡cuánto menos están preparadas para aplicar políticas efectivas o siquiera reivindicar los derechos de las personas migrantes! Hace falta mucho camino por recorrer y mucho esfuerzo por hacer para que la cuestión migratoria y el desarrollo puedan por fin converger en algún punto del camino y pueda incorporarse en la agenda de las organizaciones sociales de origen y destino en el marco del reconocimiento y la lucha por los derechos humanos.
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